A contratiempo: carabelas cervantinas
A contratiempo es la ópera prima de Óscar Ladoire como director. Dos años antes protagonizó Ópera Prima, donde —creo— se dio a conocer al gran público, con un guion conjunto con Trueba que dirigió este último. En esta ocasión todo lo hace Óscar. (¡Y nada mal!). Se trata de una película curiosa y algo cultureta por sus referencias. Divertida a ratos; pero monótona en otros momentos. Empieza estupendamente, eso sí.
Vayamos a ella.
Estamos ante una road movie española al puro estilo americano. No sé si la española de este tipo más antigua que he visto.
Félix es un director de cine algo apocado que, durante el estreno de su última película, se escaquea de la proyección y se va al bar a tomarse un cubata y jugar con una de esas máquinas recreativas de los ochenta. Tras una secuencia inicial de la película que estrena Félix, así es como se nos muestra a su personaje: jugando a un videojuego. Esa música en 8 bits de la maquinita nos recuerda al comienzo de Kung Fu Master, de Agnès Varda, en la que presenta al niño que tendría el affaire con Jane Birkin (recordemos: la de Varda se estrenó seis años después). Se trata de una carta de presentación muy significativa para presentarnos a su protagonista.
Tenemos, pues, a un personaje ligeramente infantil, no muy amigo de fiestas, como Woody Allen en Stardust Memories (1980; y que Ladoire seguro habría visto); u otros tantos personajes posteriores de actitud similar, cansados de escuchar críticas que no han pedido (pienso ahora en el Murray de Lost in Translation, por ejemplo), y que tienen que fingir que escuchan.
La secuencia inicial en el vestíbulo del cine es, quizá, la más divertida. Hay una microaparición de Boyero, haciendo de crítico pelmazo que va dando lecciones de cine a un infante de 4 años, mientras se mete con la gente, que me pareció divertidísima. Muy al estilo del momento de Marshall McLuhan de Annie Hall. Son personas que se van cruzando con Félix y que nos ayudan a ir conociendo al prota. Hay otro momento crucial en el que un compañero comenta con una periodista el motivo del asesinato de la mujer al final de la película de Félix. Este compañero dice que ellos habían discutido que «una chica no debe empujar nunca a un chico a la piscina, porque el chico la podría matar» (se trata de una prolepsis que veremos al final de este artículo).
Más tarde descubrimos que a Félix se le presenta un viaje a Galicia. No es casual que sea a Galicia: Finisterre, el fin del mundo, lo nuevo, lo desconocido, la náutica, la historia, el misterio... Su novia decide no acompañarlo. Y justo ahí, en el viaje, empieza la película, arrancando con la canción homónima de Chicho Sánchez Ferlosio.
Por el camino Félix (etimológicamente significa «feliz, afortunado», ¡qué ironía!) conoce a una adolescente, Clara, (del latín: «que brilla, que tiene luz»), una chica dicharachera y descarada que ha huido de casa. Entre los dos se establece una química de viejo gruñón y chica alegre que plantea un punto y contrapunto cervantino a lo largo de un camino común con numerosas paradas. A este equipo se le añade un personaje misterioso que los va siguiendo y añade tensión, y que recuerda muchísimo a aquel personaje que Humbert Humbert pensaba que era un policía y los seguía a él y Lolita en su aventura americana por los paisajes de la América profunda.
La película se construye sobre el viaje. Pero el armazón de la película lo constituye la canción de Ferlosio que suena al principio y al final, y que da título al filme, como hemos dicho. La canción de Ferlosio es un apóstrofe a Colón para que detenga su viaje y no descubra América; una petición para que pare a tiempo, para que retroceda y vaya contra la Historia, pues lo que está por descubrir será horroroso. Se trata de un punto de cordura para detener esa invasión y saqueo que supondría la conquista del Nuevo Mundo, y que equivale, simbólicamente a una llamada de atención para que Félix no consume relación con Clara. El símil es maravilloso. Unido a esta metáfora se dan una serie de elementos simbólicos que elaboran todo un campo alegórico alrededor del viaje, el mar y la aventura.
Respecto al relato
1) Viajan a Galicia. Su viaje acaba en el mar, en Finisterre, como toda buena road movie que se precie. Allí acaba todo. Es el punto álgido donde culmina el proceso de aprendizaje de Félix (quizá sea modificar su mirada, transformarse...) Y, a partir de allí, deciden volver.
2) Félix va registrando en un magnetófono una idea para una próxima película sobre dos extraños que cogen el mismo taxi (que consigue concluir cuando deja a Clara con su padre y emprende el camino de vuelta a casa en solitario). Construye esa película de forma metaficcional al mismo tiempo que la película A contratiempo construye la historia del viaje de Félix y Clara.
2.1) Clara, s,in embargo, construye otra película: cuando ella coge el magnetófono o narra una historia en el acantilado de Finisterre, narra la misma historia: una historia sobre piratas y conquistas, que embelesa a Félix, por su imaginación y su locuacidad narrativa.
Respecto a los personajes:
1) Félix es un adulto tardío y Clara es una quinceañera precoz. Ella ya ha tenido una relación con un adulto y él, a menudo, se deja llevar por los demás como un crío inocente. Pero en ambos se mezcla la fantasía infantil y la cordura adulta. Por esa mezcla que se da a lo largo del viaje se trata de una construcción tan cervantina. En un momento dado, Clara habla de la mirada de Félix. Ella dice que los mayores siempre tienen la mirada sucia y falsa, y le dice que él no la tiene así. Añade que él podría tener una mirada pequeña, en vez de adulta. Félix pregunta cómo y ella responde que es algo que él tiene que descubrir. (Quizá, descubrir esa nueva forma de ver las cosas —algo crucial en el arte creativa de un director— sea el summum del viaje de Félix, ¿no?).
2) Clara tiene esa mirada fresca y sagaz que le permite, sin complejidades teóricas, decir por qué le gustó el final de la película de Félix. Curiosamente, al padre de Clara también le gustó. Ambos aportan un soplo de aire fresco, distinto a las opiniones de falsos entendidos, el padre o la novia o aduladores varios. Elena, la pareja de Félix, al principio dice: «Podrías hacer una película donde no muera la mujer, ¿no?». Sin embargo, esa muerte es necesaria en la película de Félix (Cae la noche), tanto como lo es en su aventura a Galicia. Cuando Félix y Clara están en la piscina del hotel, ella lo tira al agua, justo como en la frase que se dice al principio a la periodista, que implica la muerte de la chica. Era necesario cumplir esa premisa de que debe haber una muerte si la chica tira al chico a la piscina. Además, añade el padre de Clara al final: [se trata de] «Dos protagonistas de química adversa, donde uno tiene que eliminar al otro».
Cosas que me han gustado:
—El Citroën GS X3 del protagonista. Es un coche peculiar, típico de las proyecciones futurísticas que hacía Citröen en la época, pero que ayuda a construir la personalidad de Félix, por diferenciación.
—La fotografía, por momentos bellísima y que hoy puede cargarnos de nostalgia y curiosidad.
—Los encuentros con personajes extraños que ayudan a los protagonistas a desarrollarse y crear vínculos entre ellos, en continuos tira y afloja.
—El cameo de Almudena Grandes, que en los títulos aparece referenciada como «Tía buena» y que hace un papel insoportable de buscona petulante.
—Que se desarrolle un viaje en coche al mar, basado en una canción sobre Cristóbal Colón, siendo San Cristóbal el patrón de los conductores. (A mí este tipo de relaciones entre símbolos, referencias y discursos a la hora de construir una historia me dan la vida, qué queréis que os diga).
En conclusión:
¿Es divertida?, más no que sí.
¿Es entretenida? Sí.
¿Quizás demasiado larga e irregular? Sí.
¿Está bien construida y elaborada? Rotundamente sí.
7/10 (con ganas de subirle a 8).
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